En Vengo de ese miedo, Miguel Ángel Oeste nos ofrece una narración profundamente introspectiva, valiente y conmovedora. Este libro no solo es un relato autobiográfico que desentraña los traumas familiares y personales, sino también una reflexión universal sobre el miedo, la vulnerabilidad y el impacto de la violencia emocional y física en la construcción de la identidad.
La historia se desarrolla a partir de los recuerdos de la infancia del autor, marcados por una relación conflictiva con un padre autoritario y violento. La figura paterna se erige como una sombra omnipresente, cuyas palabras y acciones configuran un entorno asfixiante donde el amor parece siempre condicionado. La madre, aunque más cercana al narrador, queda retratada como un personaje que también vive atrapado en ese círculo de dolor, incapaz de proteger a su hijo de los embates de un hombre cuyo carácter está dominado por el control y la agresividad.
Oeste escribe desde un lugar de vulnerabilidad absoluta. Sus palabras tienen un peso que trasciende lo literario, porque cada frase está impregnada de verdad, de un dolor que ha sido vivido y sobrevivido. El autor no se detiene en los detalles más incómodos, sino que los expone con una honestidad brutal, creando un relato que no permite al lector permanecer indiferente.
Uno de los puntos más fuertes de la obra es su estilo narrativo. Oeste construye una prosa que combina lirismo y crudeza, una dualidad que refleja perfectamente las contradicciones de una vida marcada por el miedo, pero también por el deseo de salir adelante. Los capítulos, breves y contundentes, tienen una estructura que parece emular la memoria misma: fragmentada, caótica, pero profundamente evocadora.
El tema del miedo es central en la obra. No solo el miedo al padre, sino también el miedo a replicar esos patrones, a no poder sanar las heridas, a ser incapaz de encontrar una identidad propia que no esté definida por el dolor. En este sentido, Vengo de ese miedo no es solo una exploración del pasado, sino un intento de reconciliación con él. Oeste no busca la compasión del lector; busca entenderse a sí mismo y, en el proceso, ofrece a quienes leen su obra una oportunidad de reflexionar sobre sus propios miedos y traumas.
Conclusión
Vengo de ese miedo es una obra imprescindible para quienes buscan literatura que conmueva y remueva. Miguel Ángel Oeste logra transformar su dolor personal en una experiencia universal, con un libro que no solo se lee, sino que se siente en cada página. Su capacidad para plasmar el trauma y el miedo con tanta autenticidad lo convierte en un autor de gran sensibilidad y talento. Este libro no ofrece respuestas fáciles ni finales felices, pero sí la esperanza de que, al enfrentarnos a nuestros miedos, podemos comenzar a sanar. En definitiva, es un relato que nos recuerda el poder de la escritura como herramienta para comprendernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.
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