Un retrato íntimo de la infancia y la pérdida


Pedro Simón nos presenta en Los ingratos una historia que, aunque ficticia, se siente profundamente real y emotiva. A través de los ojos de su protagonista, el niño protagonista cuya voz adulta nos narra los recuerdos de su infancia, el autor reconstruye una España rural de los años 70, donde la vida estaba marcada por la dureza del campo, la educación estricta y la importancia de los lazos comunitarios.


La novela se centra en la relación del niño con Emérita, la criada que llega a su casa para ayudar a la familia cuando su madre, maestra en un pequeño pueblo, no puede encargarse de todo. Emérita es el alma de la historia, una mujer que representa el sacrificio y la dedicación silenciosa. A medida que la narración avanza, Pedro Simón explora con maestría la complejidad de los afectos, el peso de la nostalgia y la manera en que, con el tiempo, olvidamos a quienes un día lo fueron todo para nosotros.


El título Los ingratos es un golpe directo al corazón. No solo hace referencia a la ingratitud infantil, sino a la de una sociedad que abandona a quienes han dado su vida al cuidado de los demás. El libro está impregnado de un tono melancólico y sincero, con un lenguaje sencillo pero poético, que nos invita a reflexionar sobre el paso del tiempo y la manera en que los recuerdos moldean nuestra identidad.


Conclusión


Pedro Simón construye una novela conmovedora que nos enfrenta a nuestras propias ausencias y olvidos. Es una historia de amor en su forma más pura, de esas que duelen precisamente porque nos hacen reconocer nuestra propia ingratitud. Los ingratos es un libro que se queda dentro, como un eco de voces que ya no están pero que nunca se van del todo.


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