Akira, de Katsuhiro Ōtomo: el caos, la juventud y el poder desatado en Neo-Tokyo
Leer Akira es sumergirse en un torbellino de violencia, poder psíquico y decadencia urbana. Katsuhiro Ōtomo no solo creó uno de los mangas más influyentes de todos los tiempos, sino que también construyó una historia que, a pesar de haber sido publicada en los años 80, sigue retumbando con fuerza en el presente.
La historia arranca en Neo-Tokyo, una ciudad reconstruida tras la Tercera Guerra Mundial, donde las pandillas de motociclistas y la desafección juvenil son moneda corriente. En este escenario conocemos a Kaneda, el carismático líder de una banda callejera, y a su amigo Tetsuo, un joven inseguro que, tras un accidente extraño, empieza a desarrollar poderes psíquicos que amenazan con desatar una nueva destrucción total.
Lo que comienza como una historia de pandillas adolescentes y rebeldía urbana pronto se transforma en una odisea de ciencia ficción, con experimentos gubernamentales, niños con habilidades sobrenaturales y una figura central que da nombre a la obra: Akira, el epicentro de un desastre pasado y la clave de un posible apocalipsis futuro.
Ōtomo explora temas como el miedo al poder absoluto, la corrupción institucional y la fragilidad de la civilización moderna. A través de sus viñetas detalladas y su narrativa vertiginosa, Akira nos lanza preguntas incómodas sobre hasta qué punto podemos controlar aquello que no comprendemos y cómo la juventud canaliza la rabia en un mundo que parece estar al borde del colapso.
Más allá de su estética impresionante y su impacto visual —que luego también marcó un hito con su adaptación cinematográfica en 1988—, Akira es una reflexión potente sobre el poder, la pérdida de identidad y la eterna lucha entre el orden y el caos. Un clásico que no solo hay que leer, sino experimentar.
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